Ahora hazlo tú.
Hazme lo que ya me han hecho,
pero mejor.
Me gusta que me digan guarradas al oído.
Es como un verso susurrado directamente de los labios de tu poeta favorito.
Pocas cosas hay que me pongan más, que no paren de besarme sin soltarme, sin hablarme.
Solo quiero oír el chasquido de los besos, el sonido de la saliva moviéndose de su lengua a la mía.
Mírame a los ojos sonriente. Siente el poder de destruirme en una sola mano. Chuleame en la jeta, dame un beso rápido para dejarme con las ganas. Lámeme los labios, sepárate despacio.
Mírame con ojos de depredadora, que yo te miro con los de presa, pero sin llorar y sin miedo.
Escupe desde arriba sin dejar de hacerlo, ahora mueve la mano despacio. Ríete de mí cara de destruido.
Pídeme que deje de temblar por los escalofríos, que yo te miento con un “vale”.
Pídeme que no me corra rápido, que te aguante, que si me lo pides así, lo intento, aún sabiendo que no lo voy a conseguir ni de coña.
Ahora ya no me miras a los ojos, ya sabes lo que pasa. Ahora miras directamente hacia abajo, hacia mi punto más débil.
Te gusta ver la explosión, sentir en las manos como me palpita el corazón desde otro músculo.
A mí me gusta como sonríes al verlo, las caras que pones. Como reduces el ritmo de tu mano mientras me vacío.
Otro día más te dejo muerto.
Otro día más que te me rindes.
Otro ORGASMO!
Bendita taquicardia.
Menos mal que soy una niña buena…